La toxina botulínica se ha convertido en la estrella de los tratamientos estéticos que se realizan hoy en día. De hecho, como ya te hemos contado en un artículo, los rellenos faciales con bótox (nombre comercial con el que popularmente se conoce a este compuesto) encabezan el ránking de las intervenciones estéticas más demandadas en nuestro país.

A pesar de ello y de que cada día está más normalizado su uso, hay una serie de leyendas urbanas totalmente infundadas que giran sobre esta técnica y que hoy nos gustaría desmentir. ¿Quieres saber cuánto hay de verdad y de mentira en las muchas cosas que se dicen sobre el bótox? Pues te lo contamos a continuación.

Verdades y mentiras sobre el uso del bótox

La toxina botulínica es una neurotoxina elaborada a partir de la bacteria Clostridium Botulinum. Su principal uso y por el que más se ha popularizado es por su eficacia para reducir los efectos del paso del tiempo, minimizando arrugas de expresión y devolviendo elasticidad y volumen a aquellas partes del rostro que las van perdiendo con los años.

Su uso clínico se inició a finales de los años 70 en el ámbito de la oftalmología y desde 1987 también se usa en el de los tratamientos estéticos con gran éxito desde entonces.

A pesar de ello, sobre esta sustancia planean ciertas sombras que en la mayoría de los casos están infundadas. Seguro que tú misma/o has escuchado muchas de las cosas que se dicen y te han generado dudas sobre el uso de este compuesto. Vamos a ver algunas de estas leyendas urbanas sobre el bótox.

1.- Debes esperar a cumplir los 50 para comenzar a usar bótox

Aquí estamos ante la primera leyenda urbana totalmente falsa. Los tratamientos faciales con bótox no tienen edad y pueden someterse a ellos personas de todas las franjas.

En el momento en el que las arrugas se marcan con el rostro en reposo, es el momento de aplicar esta sustancia para minimizarlas. Lo que ocurre es que como las arrugas tardan en mostrarse de manera muy evidente, es frecuente que se recurra a esta sustancia con más edad, pero no porque haya contraindicaciones si se hace antes.

2.- Con el bótox pierdes la expresión de tu rostro

Esta es posiblemente una de las ideas más extendidas y más erróneas sobre el uso del bótox. Muchas personas dicen que quienes se han sometido a este tratamiento carecen de expresión, se quedan “rígidos y artifiicales” y pierden la naturalidad de la cara.

Sin embargo, si pasa esto es porque su aplicación no se ha realizado de manera correcta. Con la dosis adecuada, en la zona precisa, teniendo en cuenta la musculatura facial del paciente y utilizando una toxina botulínica de calidad no tiene porqué pasar, ¡al revés! El bótox debería conseguir reducir surcos y arrugas de expresión pero de manera muy natural, sin que el rostro pierda movimiento y sin que nadie lo note. Si no es así, no es porque sea una consecuencia del uso de esta sustancia sino de un abuso o una mala aplicación.

3.- Si se usa mucho, el bótox pierde efectividad

Cuando se abusa y se utiliza con demasiada frecuencia sin respetar los protocolos y tiempos entre infiltraciones, se puede crear cierta resistencia, aunque menos del 10 % de pacientes la presentan.

Si se realiza un tratamiento con bótox, lo idea es descansar un tiempo y no realizar otra intervención muy seguida. También puede ser adecuado cambiar de marca de toxina. Existen otros factores como las drogas estimulantes, rayos UVA, sol, estrés, etc… que también reducen el efecto de la toxina pero hablamos de casos puntuales.

4.- Ese relleno pasará factura en el futuro

Aquí es importante dejar claro que el bótox no es un relleno facial y que su uso no provoca ninguna consecuencia negativa al tratarse de una toxina atenuada y controlada. Su correcta aplicación no revierte en problemas para la salud ni para la musculatura facial siempre y cuando el tratamiento se realice en un centro médico estético en Madrid homologado y que cuente con un equipo de profesionales expertos.